Para nadie es un secreto que desde hace ya unos años atrás, nuestra sociedad ha experimentado cambios un tanto bruscos en temas de seguridad, en el tiempo donde mi mama vivía su adolescencia, las personas podían andar con tranquilidad en la calle, en los colegios no se vendían drogas y jamás pensar que se le podía disparar a una directora porque me regañó, o arrancarle la oreja a mi compañera porque me robó el novio, y es que es ahí donde yo me pongo a pensar, ¿qué nos pasó? ¿Por qué tanta violencia? ¿Dónde dejamos la misericordia? ¿Aquello que Jesús nos enseñó de poner la otra mejilla, y el valor primordial de toda sociedad que es la tolerancia?
¿Duele? Claro que duele, lastima ver en las noticias que se llevan un muchacho de 13 años preso y que en su cuello lucía un rosario, duele ver a alguien matando con una cruz en el pecho, o incluso un chico de alguna pastoral que se sabe que sale del grupo a asaltar; en estos tiempos cada quien tiene su Dios personal, dejando de lado el que la Iglesia nos propone, todo el mundo quiere libertad sin embargo caen en el libertinaje, eso de que no importa lo que le haga a mi hermano mientras que yo esté bien, la sociedad dejó de creer que la verdadera libertad solo se encuentra en el verdadero Cristo resucitado.
Entonces, ¿qué estamos haciendo nosotros como ¨agentes de cambio ¨ que decimos ser? De corazón, yo pienso que muy poco, porque nos dedicamos a evangelizar en una zona de confort donde sabemos que nadie nos va a hacer daño, y eso también duele, tanto o más que las acciones de las personas que no conocen al amor de los amores, es nuestro deber ir donde ellos y enseñarles lo que a nosotros en su momento se nos enseñó. Un amigo me enseño una vez una frase que realmente marca a cualquiera y es que tenemos que recordar que ¨La Voluntad de Dios, no te llevara donde la Gracia de Dios no te proteja¨ y si Dios tuvo misericordia de nosotros y nos puso en el buen camino, ¿por qué no hacer nosotros lo mismo con los demás?
Adelante que el camino estará lleno de piedras, tropiezos y dolor, pero qué satisfacción el día que lleguemos a nuestro Padre y le podamos decir con seguridad que hicimos todo lo que Él nos mandó.
«BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS, PORQUE ELLOS ALCANZARÁN MISERICORDIA»
Cata Vargas
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